Todos pagamos un precio

Todos pagamos un precio por lo que tenemos o somos. Unos pagan mucho o poco dependiendo como cada individuo catalogue su situación. Algunas personas solo le dedican unos minutos a la interacción familiar y el resto al trabajo para poder darles un mejor “nivel” de vida. Para ellos, la balanza familia-trabajo se inclina más por el trabajo. Pagan un precio.



Otras personas prefieren lo contrario le dedican menos tiempo al trabajo y más al ocio y pagan el precio.


No puedo decir qué es un precio alto o bajo. Para mí es un precio alto dejar mis sueños por los de otro, pero muchas veces pago ese precio, para otros, esa misma acción quizás no resulte en un sacrificio.


Para unos comer frijoles y tortillas que ya pagaron es mejor que comer carne que pagarán a fin de mes. Cada uno paga su precio.


Unos pagan el precio por el derrotismo, otros por el éxito. Unos por la mediocridad, otros por la excelencia. Unos por lo abstracto y otros por lo definido. Unos por la vida, otros por la muerte. Todo relativo, sin embargo cada uno tiene su precio.


Yo estoy pagando un precio por escribir este artículo, tengo sueño, estoy cansado, pero lo estoy haciendo y tú lo estás leyendo. Todos pagamos un precio.


Hace muchos años alguien pagó el precio supremo, pero para muchos ese precio no es alto y muchas veces lo menosprecian. Muchos lo consideran tan preciado que no lo comparten con nadie, otros lo consideran tan alto que es digo de ser compartido con todos.


Unos pagan el precio de la fama y otros el del anonimato. Nada es gratis, todo tiene un precio.






¿Te atreves a pagar el precio por dejar tu comentario?


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