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Mostrando entradas de agosto, 2010

Los requisitos del discipulado

Lucas 14:26-32 relata el momento en que Jesús eleva los requisitos para ser su discípulo.   Requisitos ridículos para algunos liberales. Requisitos inquebrantables para algunos legalistas. Requisitos al fin.   Lo que yo veo en la belleza de Jesús, el amor de Jesús.   ¿Realmente creemos que Jesús nos pedirá algo que es sumamente difícil y por no lograrlo no seremos contados comos sus discípulos?   ¿Es Él tan injusto que sabiendo que por nuestros medios no podemos hacer nada, nos pondrá requisitos que solo se logran estando Él de nuestro lado?   Si Jesús puso esos requisitos es porque Él espera que nosotros reconozcamos que no podemos y vayamos con Él a pedirle ayuda.   No me refiero a que le pidamos: “Señor, ayúdame a odiar a mis padres” o “Señor, ayúdame a aborrecer a mis familiares”.   Jesús no se refiere a odiar ni a aborrecer, sino a amar menos.   Entonces sí espera que vayamos con Él y le digamos “ayúdame a amarte más”.   Él espera que calc

¿La gran Comisión? ¡Ja!

El sábado tuve la oportunidad de platicar con unos buenos amigos pastores. Aparte de la amistad que nos une, tuvimos la oportunidad de hablar de un tema que nos apasiona y que nos ha motivado a unir esfuerzos.   Esa noche me desperté y no podía dormir pensando en esa conversación.   Y vino a mi mente el concepto mundialmente llamado La Gran Comisión.   Jesús comisionó a sus discípulos, y por ende a la Iglesia, para que fuesen a todo el mundo.   Id. Vayan. Movilícense. Tomen acción. Tomen la iniciativa.   Eso fue lo que Jesús pidió, y es todo lo contrario lo que la Iglesia en general ha hecho.   Hemos cerrado nuestras puertas, no para que los de afuera no entren, sino para que los de adentro no salgan.   Hemos creado una imagen del mundo exterior como el monstruo que se describe en el Apocalipsis.   ¿Para que querer regresar de donde has salido? Hemos preguntado.   Hemos hecho de la Iglesia un albergue, un refugio y campo de concentración de santo

Cambio de estrategia

Mi hija mayor esta por cumplir nueve años. Ya no es una bebe. Ya no es una niñita. Ya va camino a convertirse en una señorita.   Por lo tanto mi manera de relacionarme con ella debe ajustarse a los cambios físicos y emocionales que ella tenga.   Hace unos días ella y yo nos sentamos en el sofá de nuestra casa y platicamos. Platicamos no como padre e hija sino como amigo y amiga.   Ese es el cambio que he tenido que hacer en mi relación con ella.   Ella ya tiene un diario que por un momento no me permitió leer. Ella ya habla de Justin Biever. Ella ya habla del chico simpático de su clase.   Todo eso requiere un cambio en mi acercamiento hacia ella.   No puedo llegar con “la vara” en la mano y corregirla por tener un diario. No puedo castigarla por tener la letra de la canción “Baby” de Biever. No puedo tratarla como la trataba hace apenas 1 o 2 años.   Tengo que cambiar mi estrategia.   Y la que creo que debo tomar es la del amigo.  

¿Eres de los nuestros, o de nuestros enemigos?

La historia de Josue es muy conocida por todos.   Pero hay un pasaje que me llama la atención porque al parecer no tiene sentido con relación al relato de la historia.   En el capitulo 5 de Josue se describe cuando DIOS le pide a Josue que circuncide al pueblo que no estaba circuncidado.   Al final del capitulo: Estando Josué cerca de Jericó, alzó sus ojos y vio un varón que estaba delante de él, el cual tenía una espada desenvainada en su mano. Y Josué, yendo hacia él, le dijo: ¿Eres de los nuestros, o de nuestros enemigos? Él respondió: No; más como Príncipe del ejército de Jehová he venido ahora. Entonces Josué, postrándose sobre su rostro en tierra, le adoró; y le dijo: ¿Qué dice mi Señor a su siervo? Y el Príncipe del ejército de Jehová respondió a Josué: Quita el calzado de tus pies, porque el lugar donde estás es santo. Y Josué así lo hizo.   No daré una explicación del porqué esta anécdota de la vida de Josue fue plasmada en este capitulo simplemente porque

15 días

Fueron 15 días de vacaciones. 15 días de salir de la rutina. 15 días para recobrar fuerzas. 15 días para retomar los sueños y los anhelos. 15 días para recordar porqué es que hago lo que hago. 15 días para alimentar mis relaciones con mi esposa e hijas. 15 días para mí.   Hoy empiezan los 350 días para que esos 15 días se repitan.   ¡Estaré a la espera!