Lo que he aprendido de Roberto y Katty Rivas

Hoy hace un año estaba en El Salvador junto con mi familia empacando todo para al día siguiente emprender la aventura de cambio de país.



Pero no estábamos solos. Roberto y Katty, mejor conocidos como Los Chatos, estaban con nosotros. Después de comer juntos, ellos nos acompañaron a empacar nuestras cosas y hasta que casi todo estaba empacado se despidieron y se fueron.


Los chatos son de nuestros mejores amigos y he aprendido mucho de ellos.


He aprendido a ser fiel a los amigos, aunque en un tiempo yo con ellos no lo fui.


He aprendido a no dejar que las circunstancias me hagan cambiar de actitud con aquellos que amo. He aprendido a ser valiente y enfrentar las adversidades. A decir “hasta aquí” a aquello que nos destruye.


También he aprendido a través de los años de conocer a los chatos a ser generoso a pesar de las necesidades propias. A estar pendientes de las necesidades de los cercanos.


Ellos me han enseñado el perdón. A olvidar el agravio, a pasar por alto la ofensa.


Roberto, Katty: aunque ya se los he dicho en persona, quiero por este medio pedirles perdón por no haber sido valiente de no negar su amistad.


Gracias por no habernos dado la espalda. Gracias por abrir su corazón a nosotros. Gracias por haber llegado aquella noche hace un año a hacer que el trago amargo de la despedida fuera menos amargo.


Gracias por estar pendientes de nuestra llegada a El Salvador y por hacer lo posible por juntarse con nosotros y pasar un buen rato juntos.


Gracias.


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