El mal agradecimiento

Lucas 15:11-32 relata la parábola famosísima del hijo prodigo.

Pero escuchando enseñar sobre esta parábola a mi papá, resaltó algo que me enseño mucho y quiero compartirlo.

Casi siempre se habla de la ingratitud del hijo “prodigo” por haber mal gastado la herencia que el padre le dio. Inclusive se le tilda de haber pedido su herencia antes de tiempo, como dando por muerto al papá.

Pero en el verso 13 dice que el padre repartió la herencia a los dos, no solo al hijo menor.

La historia del hijo menor ya la sabemos de memoria.
Se fue, malgasto todo, se quedo solo y regreso a casa.

El padre, que esperaba su regreso, al verlo mando que lo bañasen, que lo vistiesen y que le pusiesen zapatos nuevos.

El hermano mayor al darse cuenta del regocijo por el regreso del hermano se enojó.

Pero lo que dijo fue lo que me hizo reaccionar en mí caminar diario.

En el v29 el hijo mayor le dice al padre que el jamás lo había desobedecido y que el padre NUNCA LE HABIA DADO NI un cabrito para compartirlo con sus amigos.

Si en el v13 el padre repartió la herencia a los dos ¿como es que el mayor ahora dice que nunca le hadado ni un cabrito? ¿Qué nivel de ingratitud tenia esta persona por un bien recibido?
Ahora ¿Cómo estamos nosotros ante este espejo?

Cuantas veces las personas hacen cosas por nosotros y no las agradecemos?
Y no me refiero a favores inmediatos donde el dar “gracias” es ya una costumbre.

Me refiero a aquellas personas que sobrellevan nuestros cambios de ánimo.
Que una y otra vez nos dan el regalo del perdón por nuestras faltas cometidas, y muchas veces sin nosotros pedir perdón.

¿Que tal nuestros hijos que continuamente les recalcamos que lo que hacen no es suficiente?

¿O nuestro cónyuge, que es el más valiente de todos, porque a pesar de todo sigue a nuestro lado?

¿Qué? ¿Ni un cabrito nos han dado?

Que mal agradecidos somos cuando reclamamos que nada han hecho por nosotros.
O cuando reclamamos que lo que hacen es poco comparado con los que nosotros hemos hecho.

¿Ni un cabrito?

Tengamos cuidado que de esas heridas nos pedirán cuentas.

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