2 razones para involucrarse en las artes seculares – Parte 3

En las primeras dos entregas de esta serie hemos aprendido el trasfondo de Pablo en su recorrido por Atenas descrito en Hechos 17:16-33. Puedes leer la parte 1 y parte 2 aquí.

Los aspectos de Pablo sobre la cultura de Atenas, son:

1. Sentía dolor en su alma al ver la ciudad llena de ídolos.
2. Discutía con otros cristianos sobre lo que veía en la ciudad.
3. Accionaba sobre lo discutido y salía a diario a hablar en las plazas.
4. Se preparó para poder discutir con filósofos.
5. Habló con autoridad frente a las principales personalidades de la cultura.

Hemos llegado al punto en el cual el trasfondo del relato nos abre la puerta para lo que el título de la serie indica: Los beneficios de involucrarse en las artes seculares.

Ahora descubriremos cómo y porqué esto es importante.

En el verso 22 Pablo empieza su disertación ante las personalidades más importantes de la cultura. Inicia contándoles que no fue una simple sospecha o algo que leyó a la ligera, sino que observó y se fijó en los detalles. Buscó y encontró. Leyó y analizó. Les contó con lujo de detalles, eso que les gustaba a los atenienses, cómo llegó a la conclusión de lo que hablaba en las plazas. Esa insignia en ese nicho, ese altar vacío, si ese, el polvoriento, el que casi nadie le hacía caso. Ese que decía en letra casi ilegible y que sólo un estudiado y apasionado por el dolor en su alma podía leer: A UN DIOS NO CONOCIDO.

Eso era todo lo que Pablo necesitaba. Eso fue todo lo que necesitó para comunicar el mensaje de esperanza. El mensaje de Dios. A una audiencia que hacía todo menos honrar al mismo Dios que Pablo adoraba.

Y para cerrar con broche de oro y ganarse el corazón de los oyentes, en medio de lo que podemos llamar actualmente una prédica, Pablo cita a un filósofo griego y dice: “puesto que en él vivimos, nos movemos y existimos”. Y como si fuera poco vuelve y cita otra famosa frase: “De él somos descendientes.”
Hasta ahora hemos visto cómo la pasión de Pablo por que otros conozcan de Jesús lo hizo recorrer la ciudad más pagana del momento, transitando sus calles en busca de un punto en común con su fe para poder usar eso “pagano” para transmitir algo “santo”. Esa pasión lo hizo discutir con los mismos cristianos, lo hizo salir día a día a hablar en las plazas inclusive con los más estudiosos. Esa pasión lo hizo utilizar su educación para influir en sus oyentes. Cómo su pasión por compartir la Verdad lo hizo poder pararse frente a los grandes y exponer así el evangelio utilizando como herramientas a sus mismos artistas.

Pregunto ¿a qué equivaldría hoy en día citar a un poeta tal y como Pablo lo hizo? ¿Cuáles son los poetas actuales? ¿Los cantantes, quizás? ¿Los políticos, actores y actrices? ¿Acaso no son todos los artistas y personalidades públicas?
Cómo involucrarse en las artes seculares es fácil. Enciende tu radio, la televisión y tus redes sociales. Así como Pablo leyó a los poetas de ese entonces, leamos a los poetas actuales, a esos que influencian la cultura hoy en día. Para que cuando te pares en frente del Areópago moderno puedas citar a los artistas y así ganarte el derecho a ser escuchado. El mundo no escucha a los charlatanes que solo se expresan criticando y desacreditando a los demás, condenándolos porque no hacen lo que su religión les dice. El mundo no lleva ignorantes en la materia a sus centros intelectuales para dirigirse a ellos.

Nunca verás a un miedoso pararse frente a los auditóriums de las universidades, a un “apartado” de lo impuro estar frente a gente influyente. Nunca verás a un cristiano resentido junto a los artistas de renombre en las premiaciones internacionales.

Pero sí verás a un artista en Viña del Mar, que después de ganarse el corazón de sus seguidores, cantarle alabanzas al Rey de reyes y Señor de señores en un son.

O a un atleta de clase mundial dar gracias al Señor Jesús en medio de una conferencia de prensa.

Todo esto es el cómo.

Por qué involucrarse en las artes seculares es fácil también.
Regresemos a nuestro relato y veamos el verso 34. Algunas personas se unieron a Pablo y creyeron. Todo lo de arriba se resume en esto: creyeron.
¿Acaso no es eso lo que queremos que las personas hagan cuando escuchen el evangelio? ¿Qué crean en Jesús?

Ahora bien, ¿cómo invocarán a aquel en quien no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán si no hay quien les predique? ¿Y quién predicará sin ser enviado?

Así que, ten amigos no cristianos. Involúcrate en las artes seculares y aprende su lenguaje para que cuando llegue tu momento de fama puedas ser como Pablo y decir: Me hice todo para todos, a fin de salvar a algunos por todos los medios posibles.


Eso debemos hacerlo tú y yo.

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