¿Eres de los nuestros, o de nuestros enemigos?

La historia de Josue es muy conocida por todos.

 

Pero hay un pasaje que me llama la atención porque al parecer no tiene sentido con relación al relato de la historia.

 

En el capitulo 5 de Josue se describe cuando DIOS le pide a Josue que circuncide al pueblo que no estaba circuncidado.

 

Al final del capitulo:

Estando Josué cerca de Jericó, alzó sus ojos y vio un varón que estaba delante de él, el cual tenía una espada desenvainada en su mano. Y Josué, yendo hacia él, le dijo: ¿Eres de los nuestros, o de nuestros enemigos? Él respondió: No; más como Príncipe del ejército de Jehová he venido ahora. Entonces Josué, postrándose sobre su rostro en tierra, le adoró; y le dijo: ¿Qué dice mi Señor a su siervo? Y el Príncipe del ejército de Jehová respondió a Josué: Quita el calzado de tus pies, porque el lugar donde estás es santo. Y Josué así lo hizo.

 

No daré una explicación del porqué esta anécdota de la vida de Josue fue plasmada en este capitulo simplemente porque no sé.

Tampoco explicare la similitud con la petición de Moisés ante la zarza ardiente.

 

Lo que si compartiré fue lo que pude percibir al escuchar una conferencia de liderazgo donde Perry Noble mencionó el pasaje.

 

Y es que como Josue, muchos queremos encajar a DIOS.

Queremos que el tome partido y mucho mejor si es de los nuestros.

 

Hacemos nuestras propias conjeturas de la Palabra y al ver a DIOS le exigimos que nos respalde ya que es SU Palabra.

 

El mortal quiere que el inmortal se acople a sus conceptos. ¡Que arrogancia del ser humano!

 

Pero lo bueno de DIOS es que el hace lo que quiere.

 

Y con un rotundo NO le calló la boca a Josue y nos la calla a nosotros cada vez que atentamos atarlo a nuestros conceptos.

 

Tengamos cuidado, puede ser que DIOS no venga como lo esperamos y nos llevemos una sorpresa.

 

Mejor primero hagamos lo que hizo Josue: postrémonos ante la majestad del Todopoderoso.

 

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