Si eres líder y te vas a casar...
En La Fráter se
imparten clases prematrimoniales a quienes están prontos a casarse y tengo el
privilegio de tomarles una foto para el recuerdo a quienes asisten. La última
vez estuve platicando con varias parejas de amigos que estaban recibiendo las
clases, uno de ellos, líder principal de Jóvenes Fráter; y cómo ya sabía que
estaba preparando su salida del ministerio para dedicarse a su próxima aventura,
aproveché para darle algunos consejos que los casi 17 años de casado me han
provisto.
En un tiempo, ya
casado, fui un líder muy atareado en mi servicio, iba de arriba para abajo,
solo. Planeado eventos, sirviendo todos los días de reuniones, solo. Era
proactivo y me ofrecía para cubrir cuando otros no podían, solo. Hasta que
aprendí que ya una vez casado mi servicio y ministerio principal era mi esposa
y mi nuevo hogar.
Y eso le compartí
a mi amigo, siendo él un líder proactivo, que planea eventos, que sirve cada
vez que puede, que cubre a cuantos puede, que lidera a otro grupo de líderes
apasionados.
Le conté la
historia de aquel patriarca que peleó con un ángel y su vida fue transformada.
Que cuando los guerreros de su clan le informaron que venía su hermano lo
instaron a salir como guerrero. Pero su respuesta fue honorable. Ahora él
caminaría al paso de las mujeres y los niños. Ya la época de salir corriendo,
ir de un lado a otro, dejar todo por cumplir una misión, ese tiempo y había
pasado.
Esta historia
puede parecer deprimente para un líder energético, lleno de vigor y de sueños.
Pero no lo es. Y esto fue lo que compartí con mi amigo.
Cuando se ejerce
un liderazgo que sobresale, se puede caer en el error de pensar que hacer menos
o dejar de hacer las cosas es un retroceso. Sin embargo, es todo lo contrario.
Cuando uno está por decir Sí, acepto, está siendo promovido a otro nivel
superior de liderazgo.
Liderar un hogar,
una familia, ser el líder directo y único responsable ante Dios de una esposa
no es tarea fácil. Y no puede ser desempeñado por cualquiera. Se requiere de
valentía, de visión, de pasión para hacer que esa unión que Dios diseñó, dure
para toda la vida.
Le expliqué a mi
amigo, que se sentía un poco desanimado porque ya no ejercería el mismo
liderazgo; le expliqué que estaba escalando un peldaño más en la interminable
escalera de liderazgo. Entraría a algo desconocido que requeriría de él todas
sus fuerzas, su tiempo y energías. Este es un nuevo liderazgo que pocos logran
transmitirlo a nuevas generaciones. ¿Estará mi amigo, listo para lo que viene?
Vi cómo su rostro
cambió y se llenó de alegría al escuchar lo que hablaba. Me vi reflejado en él
cuando al final entendí que no podía andar de arriba para abajo, solo.
Liderando a otros, solo. Haciendo y deshaciendo, solo.
Me costó recuperar
la confianza de mi esposa respecto al servicio. Ella ahora es una de las líderes
en su área de servicio. Y juntos, ahora, servimos como debe ser. Vamos de
arriba para abajo, juntos. Servimos en todo lo que podemos, juntos. Vamos a reuniones
de planificación, juntos. No es como antes, ahora es mejor.
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