Revisando mis documentos y trabajos realizados para el Diplomado en Teología del Seminario Centroamericano - SETECA, encontré un ensayo que escribí para el curso de Panorama del Antiguo Testamento: Hageo, liderazgo en tiempo de
crisis, y aquí se los comparto:
Si alguna vez ha tenido que dejar
su hogar, su ciudad o su país por fuerza mayor, ese sentimiento no es
agradable. Y si ha tenido la dicha de regresar a ese mismo lugar mucho tiempo
después, quizás experimentó alegría y expectativa por estar nuevamente en “casa”.Los judíos pudieron experimentar
algo similar cuando, cerca del año 520 a.c., regresaron a su tierra luego del exilio. Sin embargo la
alegría de regresar a la tierra santa pronto se desvaneció al encontrar en
ruinas sus poblados, sus campos y su templo. El Templo. Como sucede después de un desastre
natural, lo primero que se debe hacer es asegurar la subsistencia personal,
familiar y de la comunidad. Y eso fue lo que hicieron los judíos que
regresaron del exilio. Empezaron a
reconstruir sus casas y su medio de sustento. Y es que en medio de la
desolación, un padre de familia, un líder de la comunidad debe pensar en los
más débiles, en las mujeres y en los niños. No es que se hayan olvidado del
Señor, sino que su prioridad era sobrevivir. Se les había permitido regresar a
vivir a su tierra, y eso mismo iban a hacer…vivir. Como pueblo escogido por el Señor y
con una promesa siempre flotando sobre sus cabezas, ellos esperaban prosperar.
Poco a poco, paso a paso, día tras día. Confiaban en lo que escribió uno de sus
reyes “Además, a quien Dios le concede abundancia y riquezas, también le concede
comer de ellas, y tomar su parte y disfrutar de sus afanes, pues esto es don de
Dios”.
Sin embargo algo no estaba saliendo como ellos
esperaban. A pesar de ocuparse en las faenas de la siembra, la cosecha no era
abundante. Sin explicación alguna, ellos vivían, pero no plenamente. Como en
todo ser humano, siempre había algo que hacía falta, siempre quedada esa
sensación de querer más pero no poder obtenerlo. Y lo peor es que no se daban
cuenta. En la mentes de algunos rondaba la idea que
debían hacer algo por el Templo. Ese Templo que años anteriores había sido la
gloria de país. No era posible que ellos vivieran con las comodidades
necesarias, pero el Templo estuviese en ruinas. Sin embargo, todo era eso, un
pensamiento. Pero había uno, que estuvo presente antes del
exilio, y el Señor le había permitido regresar. Uno que había visto la Casa del
Señor en su esplendor. Un anciano de unos 70 años o más. Este tenía, como había
dicho el glorioso Rey, un celo por su casa. Ardía al ver cómo todos vivían sus
vidas como simples mortales, como un simple pueblo, como sin Dios, no viviendo,
sino sobreviviendo. De repente, por escogencia divina, por su
naturaleza de misericordia, Dios le habla a Hageo, este anciano, para que
empezara una revolución, primero en el pensamiento del pueblo y luego, por
ende, en sus acciones. Sin embargo, cuando una comunidad entera está inmersa en
un letargo, transmitir ese mensaje que inicie un cambio, no es tarea fácil. Uno de las situaciones más difíciles para ejercer
el liderazgo en cuando las personas saben que deben hacer algo, pero se reúsan
a hacerlo. Ese era el cado de los judíos. Ellos sabían que debían esforzarse
por reconstruir la Casa del Señor, pero no lo hacían, para ellos aún no llegaba
el tiempo adecuado, pero lo que hacía falta es un líder determinado. Los habitantes que ahora estaban en su hogar no
estaban acéfalos. Tenían los dos líderes que necesitaban. El terrenal y el espiritual.
Zorobabel y Josué, uno el gobernador y el otro el sumo sacerdote. Uno el líder
terrenal y el otro el líder espiritual. Sin embargo podemos notar una falta de
liderazgo por parte de ellos, ellos mismos habían caído en las garras de la
pasividad. Y aunque ambos podían recibir mensajes de parte de Dios, el Señor
usa a un profeta para despertarlos. Interpretar el ánimo de la comunidadUna de las lecciones que podemos aprender es que
los líderes deben estar siempre preparados para reconocer las etapas peligrosas
del ánimo de la comunidad. Zorobabel y Josué fallaron en esto, ya que ellos
estaban envueltos en esa pasividad (Hageo 1:2). Los judíos que regresaron a sus
hogares después de un tiempo desterrados, pudieron haber estado emocionados y
con muchos planes, pero al ver la realidad de la situación, es posible que los
ánimos disminuyeran.Algo similar le sucedió a Moisés, cuando el
pueblo empezó a pedir alimento y agua (Éxodo 17:2). Dios intervino para suplir
sus necesidades (Éxodo 17:5), pero en varias ocasiones el pueblo renegó y se
levantó contra Moisés.En tiempo de crisis, los líderes deben tener la
habilidad de reconocer los cambios en el ánimo de la comunidad para actuar y
contrarrestar cualquier oportunidad de perder el control. Respetar el orden dado por DiosDesde el inicio del libro, podemos aprender esta
lección de liderazgo de Hageo: el respeto a la jerarquía. Dios le habla a
Hageo, pero este dirige su mensaje a los líderes (Hageo 1:1), primero, y luego
el mensaje es transmitido al pueblo.Todo líder debe saber que si se encuentra en una
situación donde deba llamar la atención, debe respetar el orden de liderazgo ya
establecido. Aún en medio de la crisis, y donde algo pareciera ser lo más
lógico por hacer, un líder debe saber respetar las autoridades establecidas. Hageo
nos enseña que a pesar de recibir un mensaje directo de Dios, esto no le da la
autoridad de sobrepasar la autoridad establecida. Dios mismo le indica que ese
el orden que debe seguir. Dios es un Dios de orden, él no quebrantará su propia
naturaleza. Dar el mensaje sin importar las reacciones de los demásTambién podemos aprender del
profeta Hageo una lección muy valiosa. Debemos recordar que una comunidad
estaba en proceso de reacomodamiento luego de un tiempo de exilio. Los ánimos
no eran los óptimos, sin embargo Hageo no titubea al dar un mensaje retador y
hasta incómodo (Hageo 1:4-10, 2:10-19). Cuando una comunidad está devastada y
los ánimos no son estables, incomodar es lo menos que se desea. Sin embargo, si
Dios está mandando un mensaje, no importa quien se incomode o a quién no le
guste escuchar el mensaje, este debe ser dado.Liderar cuando todo está bajo
control y todo está saliendo bien es fácil. Sin embargo, en tiempos de crisis
es cuando se requieren de líderes comprometidos. Transmitir el mensaje aunque
este pueda incomodar es indispensable.
Proveer solucionesEl primer mensaje que Hageo dio fue
para llamar la atención a un problema que debía ser resuelto. La pasividad del
pueblo y sus líderes había hecho mella en las mentes de toda la comunidad. Es
por ello que Dios le habla a Hageo para hacerlos despertar, sin embargo al
resaltar el problema, también provee de una solución. Un líder cuando esté
listo para señalar una falta debe, siempre, proveer una solución y debe motivar
a sus seguidores a realizar esa acción de cambio (Hageo 1:13, 2:4, 2:6-9,
2:19b, 2:23). Hageo es un claro ejemplo de cómo
debe actuar un líder en tiempos de crisis. Un líder debe saber interpretar el
ánimo de la comunidad por cualquier ataque de pasividad o desesperación. Cuando
Dios le dé un mensaje específico debe respetar el orden dado por Dios, si hay
líderes de la comunidad, debe dirigirse a ellos primero. En medio de la crisis
un líder también debe dar el mensaje sin importar las reacciones de los
oyentes. Si el mensaje viene de Dios, Dios respaldará su palabra. Y en tiempo
de crisis un líder debe, no solo señalar el problema sino proveer las soluciones
y los pasos a seguir para llegar al estado que Dios desea que la comunidad
esté.
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